Saben, esto de la inteligencia artificial me está gustando mucho
Como herramienta de aprendizaje hace un gran trabajo, y me ha ayudado a redescubrir temas que había postergado por flojera, desidia o simple distracción. Gracias a estas herramientas, he podido retomar muchos conocimientos que tenía pendientes desde hace tiempo.
Hace poco, después de una fuerte resaca de redes sociales —esa que te deja mentalmente agotado tras pasar horas haciendo scroll creyendo que estás aprendiendo algo—, me cayó el veinte de que algo no estaba funcionando. Me sentía lento, con poca capacidad de recordar cosas. Entonces me puse a pensar cómo podía contrarrestar esa sensación. Decidí volver a lo básico.
Fui al Office Depot cerca de casa y me compré un paquete de post-its de colores: rojo, verde, azul y amarillo. El verde me gustó especialmente porque me recuerda a mi amado Veracruz, que me vio nacer por segunda vez. Ahora entiendo a Natalia Lafourcade —paisana mía, por cierto—, pero bueno, eso lo dejo para otra historia.
Ya con los post-its en mano, me senté a pensar en cuáles eran los proyectos importantes a los que debía prestar atención. Comencé a clasificar todos mis pendientes, uno por uno. Primero: mi curso de AWS para certificarme como arquitecto de soluciones. Luego: mi blog fotográfico. Por último: mis proyectos de creación de contenido.
Distribuí cada uno en tarjetas de colores según su tema. Apliqué todo lo que sabía de Jira y gestión de proyectos, desempolvé el kanban en versión analógica y creé tres columnas: Backlog, WIP y Done. Nada más, nada menos. Justo para empezar. Y empecé a mover tarjetas. Al verlas todos los días, mis pendientes se volvieron visibles, alcanzables. Me senté entonces a diseñar esta página que estás leyendo ahora mismo.
Crear la página fue un desafío. No solo por lo técnico, sino por el bloqueo mental y emocional en el que me encontraba. Me afectó mucho el regreso de mi cámara. Fue confuso. Se sintió como si el difunto que tanto amabas se despertara en medio del velorio y dijera “ya vámonos a comer”. Me quedé en shock.
Esa confusión me impidió entender qué tipo de interfaz quería para mi blog de proyectos. Hasta que llegó la inspiración: empecé con un proyecto llamado Hugo, desarrollado en GO. Me lo recomendó mi amigo Damián por lo sencillo, minimalista y abstracto que es. Leí la documentación durante horas. Muchos términos apenas los conocía, y no los dominaba. Me frustré. Pero ahí estaba mi tablero de tareas, con las columnas amarillas gritándome que avanzara. Funcionó.
Mientras todo eso avanzaba, también tenía tarjetas del curso que debía seguir, lo cual implicaba seguir aprendiendo. No me frustré, más bien me pregunté: ¿cómo puedo acelerar este proceso?
En medio de ese retiro forzado de redes sociales, encontré en YouTube otro distractor, igual de vacío si no lo sabes usar. Pero ahí, entre videos, llegó una revelación: ¿por qué no usar la inteligencia artificial para acelerar mis deudas de conocimiento?
Así fue como empecé a probar varias IA: Claude, Gemini… hasta llegar a ChatGPT. Primero lo usé en su versión gratuita. Le conté todo lo que estaba haciendo, le expliqué mis objetivos, y poco a poco aprendí a usarlo. Hoy ya uso el API. Pero antes de todo eso, hice algo crucial: dejé el ego a un lado. Volví a preguntar desde cero.
Escuché una frase que me marcó: “Es de valientes volver a sentirse principiante.” Y vaya que me cayó como anillo al dedo. Empecé a preguntar todo, sin vergüenza. Hasta que un día me topé con la limitación: “Tiene que esperar 12 horas para seguir usando este chat.” ¡Diablos! Fue la señal. Me decidí, contraté la versión plus y empecé a usar los esteroides.
Desde entonces, todo lo que tenía en mente empezó a tomar forma. Desde la interfaz de mi blog, hasta cada tema del curso, pasando por conceptos de fotografía, video, técnicas… Volví a tomar mi cámara desde cero y comencé a escribir como estudiante.
Y aquí estoy, amigos, sintiéndome como un pequeño extra. No porque la IA sustituya mis ideas, sino porque se volvió ese impulso creativo que a veces necesito. Ahora leo más. No solo lo que me escribe el chat, también libros. Saco más fotos, no para llenar una historia de Instagram, sino porque tengo un espacio donde subirlas con sentido, y también un poco de ejercicio.
No sé a dónde va a parar todo esto. Pero más que encontrar respuestas definitivas, estoy aprendiendo a saltar charcos para seguir caminando. Tal vez un día nos veamos en YouTube. Tal vez en otro país, tomando más fotos. Por ahora, solo sé que soy un principiante otra vez. Y que en este aprendizaje constante, seguiré viviendo y aprendiendo.
Bueno… hasta donde mis datos me dejen.
Musica para acompañar este post:
Jorge Drexler - Cinturón Blanco
*Fotografia: La Mili